Curación de la parálisis de la mitad del cuerpo despues de una encéfalorragia.
Sra. A.K. (58) Nuremberg (Alemania)
En el mes de agosto del año 1976 y teniendo 46 años de edad, sufrí de un ataque de apoplejía con una encéfalorragia de tipo medio, como consecuencia estuve internada durante 6 semanas en una Clínica Universitaria. A partir de esa fecha, el lado izquierdo de mi cuerpo estaba paralizado y como terapia se me prescribieron infusiones y masajes, así como también gimnasia especial. A pesar de todo ésto mi pierna y brazo izquierdos estaban, igual que antes, paralizados y por lo tanto yo no estaba en condiciones de atenderme a mí misma ni de realizar alguna tarea doméstica. Ulteriores masajes y gimnasia produjeron una mejoría muy lenta, así que en el año 1977, yo estaba en condiciones de moverme por mí misma, con la ayuda de dos muletas, dentro de las paredes de mi vivienda. En el año 1981, se me colocó un riel de plástico y el mismo iba desde la rodilla hasta el tenar (debajo del dedo pulgar del pie), el resultado obtenido se tradujo en un aumento de mis movimientos y desde ese momento yo sólo hice uso de la muleta derecha. Ahora estaba en condiciones de subir las escaleras, eso sí, arrastrando la pierna, no me era posible salir de casa ni recorrer distancias mayores. La situación clínica no sufrió cambio alguno durante los 8 años siguientes.
Durante la introducción a las enseñanzas de Bruno Gröning, en el mes de octubre de 1989, yo percibí una energía y un calor en todo el cuerpo. Ocho días más tarde, yo experimenté mi curación. Yo me encontraba acostada en la banca de la cocina, durante la siesta del mediodía, cuando me desperté de una forma repentina y de sobresalto, con la sensación de que podía caminar. Así que me levanté, crucé la cocina, utilicé la escalera para ir la jardín y, en el mismo estuve dando vueltas de un lado para el otro; todo ésto sin hacer uso de la muleta, ni del bastón ni del riel. El pié izquierdo lo pude apoyar completamente, sin que se me doblase, la pierna la podía mover según mi voluntad y el brazo izquierdo tiene de nuevo toda su fuerza. A través de exámenes clínicos posteriores, realizados en los años 1990 y 1991 por dos neurólogos, no se pudo constatar la existencia de una parálisis.