Presseartikel von damals

¿Revolucion en la Medicina?

¿Revolucion en la Medicina?

La revista Revue, 14 de Agosto 1949: aclaración de una pregunta determinante

Presseartikel in der Zeitschrift Revue vom 14.08.1949Segun afirman miles de personas, fueron curados por el "doctor milagroso" de Herford. Así llaman a Bruno Gröning quien curó en mayo y junio de 1949 a miles de enfermos que no tenían esperanza. Debido a la intolerancia de los médicos y de las autoridades en el norte de Alemania se le impidió continuar con sus actividades. A partir del 3 de mayo de 1949 se le prohibió a Gröning continuar su actividad curadora. Desde el 29 de junio, Gröning se retiró de la vida pública. Pero ni Bruno Gröning ha desaparecido, ni ha quedado sin explicación la pregunta sobre su extraordinaria virtud curativa, ya que la revista "Revue" le ha abierto el camino a Gröning hacia una gran clínica médica donde él podía demostrar ante médicos críticos, pero a la vez sin prejuicios, su virtud sanadora. Con ello, la revista "Revue" le ha dado a Gröning la posibilidad de demostrar ante científicos modernos lo siguiente: "Yo curo lo incurable. La "Revue" comienza hoy a publicar los resultados de 150 experimentos incuestionables. Lean en la "Revue" lo que observaron nuestros corresponsales Sr. Bongartz y Sr. Laux bajo la dirección científica del psicólogo y médico profesor Dr. Fischer."

EL PLAN DE LA ‘REVUE’

Hoy comienza a publicar la "Revue" sobre un tema que se sale ampliamente de lo puramente periodístico. El tema central es un hombre sencillo, Bruno Gröning, quien en pocos meses se hizo famoso en Herford y otras ciudades por haber curado o mejorado de manera asombrosa y misteriosa los padecimientos de miles de enfermos considerados hasta el momento incurables. Ningún político, ningún economista, ningún artista ha conmovido a las personas en los años después de la guerra, como lo ha hecho Bruno Gröning. Las noticias llegaron también a otros países como Inglaterra y América donde también se publican en la prensa sensacionalista reportajes que oscilan entre la exaltación, el escepticismo y el arrogante rechazo. El desprecio sarcástico se alimentaba de sensaciones, rumores incontrolados y habladurías contradictorias. Este carecía casi por completo de la seriedad necesaria, de la responsabilidad, de la desaprensión y del conocimiento necesario para entender lo que significa el problema de sacar el asunto de Bruno Gröning del estrecho campo médico especializado, al conocimiento público.

Los colaboradores de la Revue, que son especializados en medicina, se habían ocupado en otro contexto desde hacía ya mucho tiempo con la cuestión de que la mayoría de las enfermedades se originan en el alma y con el estudio del desarrollo de las respectivas investigaciones en el mundo fuera de Alemania que frecuentemente ha quedado desapercibido en el país. En el caso de Gröning no solo se trataba de la persona del doctor milagroso, sino de la pregunta significativa sobre lo psíquico, es decir, sobre las causas anímicas de las enfermedades, con el fin de considerar estas causas en el tratamiento psicoterapéutico de los pacientes. Gröning podía ser un fenómeno en el área del tratamiento anímico de las enfermedades. Por esto, cuando la campaña alrededor de Gröning en el norte de Alemania tomaba formas caóticas ya que reunía algunos días hasta seis mil personas, la Revue tomó una determinación inusual para ser una revista.

El contraste entre los innumerables partidarios y los pocos pero influyentes adversarios de Gröning había crecido hasta niveles insoportables. Una comisión médica y las autoridades en Herford le sentenciaron al Sr. Gröning con la prohibición para curar. Sin embargo, en Herford, Hamburgo y otras muchas ciudades, miles de enfermos continuaban esperando la ayuda del hombre milagroso. Las instancias administrativas se vieron finalmente ante un gran desconcierto con respecto al fenómeno Gröning, de manera que para este fenómeno debía temerse un final desafortunado. ¿Quedaría el Sr. Gröning aniquilado entre el poder de los opositores y el poder de los creyentes? ¿Se hundiría esa persona sencilla que no sabía qué hacer, pero que tenía esa auténtica conciencia de su emisión y una sincera solidaridad, en las manos de "promotores" quienes se habían acercado a él, queriéndose aprovechar de su virtud curativa y mostrando los puntos flacos? ¿O estaría dispuesto algún instituto médico o científico en Alemania a darle la oportunidad de probar clínicamente sus habilidades a Bruno Gröning? Eso sería algo, lo que hoy cada clínica grande en Estados Unidos estaría dispuesta a hacer sin más, por el puro interés investigador. Después de infructuosos debates a finales de junio se temía que Gröning quedaría agotado. La pregunta si le será reconocido una capacidad de influencia milagrosa y curativa o si por el contrario se le tenía que certificar que sus supuestas habilidades eran un error, charlatanería, quedó sin respuesta para millones de personas que sufren.

Para entonces, la Revue decidió enviar al norte de Alemania a un grupo especializado de corresponsales, compuesto por los señores Helmut Laux, Heinz Bongartz y un científico, el psicólogo y médico de Marburg Prof. Dr. H.G. Fischer. El grupo tenía que buscar al Sr. Gröning, cuyas huellas ya habían comenzado a borrarse. Estos señores debían convencerse mediante investigaciones exactas de los buenos o malos resultados obtenidos en una gran cantidad de casos tratados por Gröning. En caso de un resultado positivo de esta investigación previa, el grupo de la Revue debía hacerse por sí mismo una idea de las circunstancias alrededor de Gröning y de Gröning mismo como persona. De acuerdo con los resultados de estas indagaciones. el grupo tenía la misión y los medios para separar a Gröning de las influencias desfavorables de su entorno y debía abrirle un camino ante los sofocantes líos entre creyentes, médicos e instancias burocráticas. Contando con su conformidad, Gröning debía ser trasladado a un lugar desconocido. Simultáneamente, el grupo de la Revue debía adelantar los preparativos para que, una vez las investigaciones previas dieran resultados positivos, conseguir una clínica universitaria alemana pionera para trabajar en equipo. Esta debía darle al Sr. Gröning la posibilidad de poner en evidencia sus facultades que deben ser comprobadas ante un gremio de científicos. En caso de obtener buenos resultados, se le debería abrir el camino para que continuara actuando. En caso de resultados negativos, debería elaborarse y publicar un informe dando a conocer los resultados negativos. Este era el plan de la Revue

Estos estudios se iniciaron el 28 de junio de 1949 e implicaron dificultades, aventura y asombro. Pero el plan se realizó (por el bien de la causa), sin que el público haya tenido noticias de ello. De cara al público había desapareció el Sr. Gröning en Hamburgo el 29 de junio de 1949 a las 23:45 horas. Hoy, la Revue comienza a informar a través de los corresponsales y de los médicos directivos sobre la prehistoria e historia del más grande y más sorprendente experimento médico, el cual fue posible gracias a la ayuda de una revista.

Bruno Gröning: El fenómeno de un médico del alma

por Helmut Laux y Heinz Bongartz bajo la dirección científica del psicólogo profesor Fischer

Tras las huellas de Bruno Gröning

El punto de vista de los médicos

El 29 de junio, exactamente el mismo día en que el Sr. Gröning desapareció de repente en Hamburgo sin dejar rastro, salimos de Frankfurt. Como periodistas naturalmente teníamos curiosidad, el profesor Fischer era más retraído aunque él tampoco podía disimular por completo su curiosidad. Pero él estaba decidido a aproximarse al caso Gröning sistemáticamente para formarse paso a paso una idea concienzuda. Nuestro trabajo en equipo con el Profesor Fischer fue excelente desde el primer día. Él había realizado los estudios convencionales de medicina. Como médico, él estaba en condiciones de observar el empeoramiento o la curación de enfermedades. Además era psicólogo y practicaba con el método del psicoanálisis (ciencia para curar el alma). En el área de la ciencia para curar el alma el método de Gröning debía funcionar, siempre y cuando todo pudiera ser comprobado de forma eficaz. Se trata de que Gröning tiene acceso a otras energías que para la psicoterapia hasta ahora aún permanecen desconocidas.

Bildlegende: Der Psychologe Professor Dr. Fischer (rechts) bespricht im Auftrage der REVUE mit Gröning Vorbereitungen für die klinische Erprobung.

El psicólogo profesor Dr. Fischer (dcha.) habla con el Sr. Gröning a solicitud de la "REVUE" sobre la preparación de las pruebas clínicas.

El 29 de junio en la tarde llegamos a Bielefeld y por casualidad conocimos primero a través de otro conocido del Profesor Fischer el director del centro de curación en Bethel: el Profesor Schorsch. El Profesor Schorsch desempeñó un papel muy importante en la comisión médica por cuya decisión se propuso la prohibición de curación a Gröning. En principio no quería ni vernos, siendo nosotros periodistas, él sólo contactó al Profesor Fischer y a él le informaba sobre la impresión que tenía de Gröning: "Él es un ser humano muy primitivo, sobre todo no tiene ‘carisma’." Para aquellos que no conocen la palabra, debemos decir que los científicos lo denominan "conciencia de emisión". Schorsch opinaba que la "conciencia de emisión" religiosa, de la cual Gröning había hablado frecuentemente en Herford y también en otros lugares, sería puramente teatral. Él actuaba más por egoísmo y arrogancia. Schorsch nos mostró un peritaje grafológico que demostraba lo mismo, para comprobar sus palabras. El profesor Fischer tomó nota de su opinión. El profesor Schorsch además no daba la impresión de tener prejuicios conscientes. Él parecía algo desinteresado. Él era regordete y apacible y parecía preferir no escuchar absolutamente nada más sobre el caso Gröning. Probablemente él no era dado a las exaltaciones anímicas y no quería tener más contrariedades. Dijo que nosotros no debíamos conformarnos con su opinión, sino adentrarnos personalmente en el caso.

El profesor Dr. Wolf, el jefe médico de la institución para enfermos de la ciudad de Bielefeld se mostró mucho más abierto. El parecía compartir completamente nuestra opinión de que el caso Gröning debía ser verificado sin reservas. Sin embargo, el llamó la atención sobre el hecho de que a Gröning se le había solicitado públicamente poner su arte a prueba en clínicas. ¿Qué debía opinar él de que Gröning hubiera rechazado esta oferta? ¿Podría tomarse a mal a los médicos a que perseguieran con un escepticismo extraordinario a un hombre quien se negó a mostrar sus habilidades ante ellos?

¿Por qué, eso también nos lo preguntamos, Gröning eludió tales observaciones clínicas para examinar su método de tratamiento? ¿Tenía Gröning razón para dudar de la objetividad del profesor Wolf? Cuando semanas más tarde el profesor Fischer lo motivó a practicar ante el instituto para enfermos de la ciudad de Bielefeld, lamentablemente experimentó que allí también solo había la intención, a pesar de una aparente complacencia, de negar a Gröning, en la medida en que solo se le permitía participar en casos, en los que ya nadie más podía ayudar, ni el mismo Gröning. Por esta razón el profesor Fischer debió renunciar a que los médicos de Bielefeld pudieran dictaminar sobre los métodos de Gröning.

Además se dijo que el médico oficial de Detmold, el Dr. Dyes Gröning, haya manifestado que él podría aportar tantas pruebas de curaciones cuantas quisiera, sin embargo, esto limitaría su trabajo. El profesor Fischer le preguntó desde Herford telefónicamente al Dr. Dyes, y este lo mencionó sin rodeos. Gröning le había causado una mala impresión. El Dr. Dyer estaba lleno de orgullo médico y estaba especialmente satisfecho de su propia opinión.

De esta manera Gröning tuvo que haber perdido toda confianza en el enfoque médico, así que a él no se le podría tomar a mal cuando rechazó participar en los experimentos en las clínicas. El instinto despierto del hombre sencillo había percibido las desleales intenciones que lo acechaban.


La avalancha de enfermedades crónicas con causas anímicas

El 30 de junio iniciamos con las investigaciones de pacientes tratados por Gröning y que según sus declaraciones habían sido curados. Empezamos con ello por Nordrhein-Westfalen y subimos hacia el área de Hamburgo. Todo esto fue más fácil decidirlo que hacerlo.

Los enfermos tratados por Gröning habían regresado a sus lugares de origen. Nadie había anotado exactamente sus nombres, ni sus direcciones. Gröning se había comportado como una especie de sanador andariego en el verdadero sentido de la palabra y además de narraciones, noticias de prensa, aseveraciones y rumores no existía en manos de sus seguidores ninguna clase de material exacto sobre su actividad. Con seguridad habríamos tenido considerables dificultades que resolver, si por simple casualidad no nos hubiéramos encontrado con un hombre quien ya había intentado antes que nosotros hacerse una idea sobre los resultados reales de Gröning.

Este hombre era el director del distrito de una aseguradora médica: el Sr. Lanzenrath, inteligente, objetivo y de visión amplia. Él logró adentrarse en la "comunidad de seguidores" que se hizo alrededor de Gröning, fueran estos creyentes o mercaderes, al respecto, en ese momento todavía no podíamos juzgar, y quien en parte después de su partida hacia Hamburgo permaneció en la casa Hülsmann en Herford, donde Gröning había actuado. Él estaba convencido de la capacidad de Gröning de influir y sanar una gran cantidad de enfermedades así como también de su modestia personal. Pero él temía que sus "seguidores" pudieran conducir las buenas habilidades de Gröning por mal camino. Lanzenrath mismo dudó en principio de nosotros. Pero también aquí fue gracias al profesor Fischer, quien le abrió las puertas a nuestro grupo, e influenció a Lanzenrath para que nos continuara ayudando y nos mencionara casos conocidos por él, y a su investigación concienzuda, con los cuales se pudiera comprobar la confiabilidad del fenómeno Gröning. Los motivos que condujeron a Lanzenrath alrededor de Gröning fueron por demás extraordinariamente interesantes. Una enfermedad dolorosa de los riñones lo condujo a Gröning. Desde entonces (ya habían pasado dos meses) él estaba libre de dolores. Simultáneamente el destino a través de la aseguradora médica le solicitó contactar a Bruno Gröning. Él nos contó que las aseguradoras médicas alemanas estaban amenazadas por quiebras financieras debido a que preveían un mar de enfermedades crónicas que sencillamente no podían ser curadas. Con esto naturalmente, él confirmó algo que es bien conocido por los psicoterapeutas que observan cuidadosamente nuestra época. La segunda guerra mundial, con todas sus conmociones, ha causado una verdadera marea de enfermedades que en su mayoría tienen causas anímicas, pero que se manifiestan en el organismo comenzando por la gran cantidad de enfermedades del estómago y reumatismos, hasta las mencionadas neurosis o parálisis. Los psicólogos denominaron estas enfermedades como psicosomáticas. Después de la reforma de valoración pudo establecerse estadísticamente un nuevo aumento de enfermedades que anteriormente nunca habían aparecido en ese entorno y que difícilmente podían atribuirse a causas orgánicas. Lanzenrath, de hecho, había esperado encontrar en Gröning un método de curación que tal vez pudiera servir para aliviar la sobrecarga de las aseguradoras médicas. Lanzenrath había seguido con exactitud un gran número de tratamientos y curaciones. Él nos condujo por el momento a casi 20 casos que en el transcurso de una semana de exhaustivos análisis e investigaciones y en la medida de lo posible, mediante conversaciones con los respectivos médicos del lugar, nos condujeron a intentar aclarar la pregunta decisiva: ¿Puede curar el Sr. Gröning?

El 8 de julio revisamos los resultados de las 20 investigaciones. De los 20 casos, 7 eran tal vez interesantes, y aquí y allá incluso algo enigmáticos, pero no dieron un cuadro claro, ni a favor, ni en contra del Sr. Gröning. Dado que en principio nos esforzamos justamente con estos 7 casos, al tercer día de las investigaciones estábamos inclinados a dudar, siendo nosotros inexpertos.

La oficina de vivienda pública

Tenemos el caso del Sr. Klüglich de Bielefeld. El Sr. Klüglich, un simple funcionario, sufrió durante la guerra una perforación en el riñón. El riñón herido funcionaba solo con limitaciones. Después de la guerra, el otro riñón sufrió una grave inflamación que lentamente avanzó al punto en que los médicos que le trataban pensaron en una operación. Contamos con radiografías y otros diagnósticos. Antes de Pentecostés, el Sr. Klüglich, a través del Sr. Lanzenrath, le dirigió una carta al Sr. Gröning. Éste ya había "curado a distancia" y le pidió al Sr. Klüglich estar muy atento sobre lo que sentiría en su cuerpo en los próximos días. Klüglich presentó un incremento en la función renal, orina bastante turbia y después una constante mejoría de sus padecimientos.

También su médico constató una mejoría. Más tarde, el Sr. Gröning visitó personalmente al Sr. Klüglich y la mejoría se mantuvo. Klüglich dejó la cama y comenzó a hacer caminatas. Sin embargo, en el momento en que nosotros le visitamos y el profesor Fischer lo auscultó, su situación volvió a empeorar. El profesor sacó rápidamente la información que el Sr. Klüglich, debido a su enfermedad, pudo disponer por parte de la oficina de vivienda pública de una habitación adicional. Debido a las noticias sobre su "curación" que corrieron la voz rápidamente, la oficina de vivienda pública le informó que bajo estas circunstancias él debía devolver esa habitación. Ese mismo día comenzó a empeorar su situación. Evidentemente no se trataba de una simulación, sino de un verdadero empeoramiento, el cual sin duda se remitía a una causa anímica que era el miedo de perder la habitación y la conexión mental entre la enfermedad y la posesión de la habitación. Hablar de una curación sería un disparate. La medicina convencional pudo confirmar en este caso que el Sr. Gröning sólo logró sacar al enfermo de un profundo letargo y de esta manera pudo aumentar ampliamente su resistencia temporalmente. Con ello admitió una conexión inmediata entre el tratamiento anímico y la resistencia corporal a las enfermedades, sin embargo, tenía razón al rechazar la tesis una curación. Naturalmente quedó abierta la pregunta de qué habría podido lograr el Sr. Gröning si hubiera continuado su influencia.

Ella estaba sentada encima de la caja de su tienda

El segundo caso era el de la Sra. W. también de Bielefeld. Viuda y dueña de un negocio de bicicletas. Desde un sillón en la cocina que estaba en la parte de atrás de su tienda, ella dominaba tanto a su negocio como a la familia. Desde hacía 15 años sufría de dificultades comprobables para caminar e hinchazón hidrópica de los pies. Sin embargo, el corazón y los riñones funcionaban de forma normal. Había signos de un reumatismo mal curado en las articulaciones. Gröning estuvo sentado frente a ella durante media hora y le pronosticó mejoría. Desde entonces ella volvió a caminar por el patio y se sentía verdaderamente bien. El profesor estableció que los edemas no eran significantes. Un examen realizado por la médica de familia resultó además en una sensible reducción de la hinchazón desde que el Sr. Gröning visitó a la Sra. W. Últimamente, sin embargo, las dolencias parecían aumentar de nuevo ligeramente. ¿Se trataba en este caso también de una reanimación psíquica donde se experimenta una mejoría significante que demostraría la estrecha relación entre el estado del alma y la enfermedad, pero que para nosotros no era lo suficientemente concluyente? Al no ser que aquí también esperaban un éxito progresivo y definitivo mediante un tratamiento continuado por parte del Sr. Gröning. Interesante fue la constatación que el complejo de la Sra. W., de tener que estar sentada encima de la caja de su negocio y de cuidarla continuamente durante años, podría haber ocasionado estos impedimentos en su movilidad dejándola casi paralizada. Posiblemente, el Sr. Gröning pudo eliminar temporalmente esta obsesión, lo que significa un logro enorme para el cual un terapeuta normal no habría tardado media hora, sino días enteros, incluso semanas. Pero este logro tampoco era suficiente como para encontrar algo tan inusual detrás de Gröning que hubiéramos podido considerarlo apto para un gran experimento clínico.

Gröning le entregó a ella una bolita de plata...

Después de todo existía el caso de los Schwerdt de Bielefeld. Se trataba de dos pacientes: Una chica que era hija de un simple funcionario o empleado, y su madre ejercía una gran influencia sobre ella. Y un hombre, dueño de una fábrica que aparentemente estaba vigilado por su parentela ansiosa de quedarse con su herencia. El hombre y la joven entraron en una relación, lo que causó al hombre graves conflictos con su familia. La joven estaba sometida continuamente a los reproches de la madre quien no quería saber nada de la relación con el hombre rico, porque "de allí no puede salir nada". Ambos, el hombre y la joven, perdieron finalmente el valor. Se separaron. La joven enfermó de una penosa neurosis cardíaca inusual que la obligaba a permanecer en la cama. El hombre tuvo al mismo tiempo un accidente y permaneció en la cama, incluso cuando las heridas ya se habían sanado. El quería estar con su amada. Y para no seguir ese impulso se obsesionó con estar enfermo y se quedó en su cama. Gröning trató el caso. El logró una mejoría notable durante una primera visita a la joven. A partir de allí, la Srta. Schwerdt pudo salir de la cama. Ella visitó al Sr. Gröning y le nombró entre otros nombres de personas que precisaban de ayuda, el nombre del fabricante, sin dar mayores explicaciones. El Sr. Gröning intuyó las verdaderas relaciones. El sacó un papel plateado de un paquete de cigarrillos que tenía en su bolsillo, lo arrugó y le entregó a la joven la bolita que formó de él, dándole las indicaciones de sostener la bolita en su mano hasta que ella pudiera dárselo personalmente al hombre que acaba de mencionar. Entonces él se sanaría. La Srta. Schwerdt mantuvo la bolita en sus manos durante 36 horas.

Mientras tanto el hombre escuchó los rumores de los éxitos del Sr. Gröning y de sus indicaciones a la Srta. Schwerdt. La curiosidad le sacó de la cama y le hizo buscar a la joven. De esta manera se restableció la relación rota y ambos se recuperaron. A la pregunta del profesor Fischer si ambos se volvieron a ver ahora con regularidad, la joven dijo: "Si, desgraciadamente." El verdadero conflicto que había ocasionado toda la miseria, la tensión con la madre y con los parientes respectivamente no se había resuelto y podría, a corto o a largo plazo provocar los estados anteriores, por eso ella dijo "desgraciadamente".

También este caso tenía sus dos caras. De todos modos logró el Sr. Gröning curar en un tiempo asombrosamente corto un profundo sufrimiento debido a un complejo del alma. Lo hizo con la valiosa sensibilidad de haber reconocido correctamente las relaciones y con el método de la bolita utilizó un truco del cual no tendría que avergonzarse el mejor psicoterapeuta. Sin embargo, no tuvo en cuenta que permaneció lo que desencadenaba el complejo. El caso Schwerdt fue el primero donde el Sr. Gröning convenció al profesor Fischer. Si no encontrara nada más inusual en Gröning, no se podría negar que éste, sorprendente, tenía un don natural para ser psicoterapeuta.

La motocicleta en huelga

Especialmente llamativo fue el caso, llamado ‘Wehmeyer’. El Sr. Wehmeyer era el director de una empresa de transporte en Herford. Activo, fuerte, con nervios sanos, y seguramente no era una persona que se engañaba a si misma. El también buscó la ayuda del Sr. Gröning para su mujer quien se encontraba hospitalizada en una clínica en Münster debido a una enfermedad crónica difícil de determinar. Gröning le dijo: "Su esposa va a manifestar el deseo de volver a casa en un determinado tiempo. Usted mismo no debe ir a verla antes, ni forzar a su mujer a que volviera." Wehmayer era, según indicamos, un hombre que no creía en la clarividencia ni le gustaba que le hicieran prescripciones. En contra de las indicaciones del Sr. Gröning sacó su motocicleta para ir a ver a su mujer, para ir a Münster. En este trayecto ocurrió un extraño incidente con el cual él no había contado: en el camino se le puso de huelga la motocicleta. En Bielefeld se dirigió a un taller. Allí revisaron la motocicleta de arriba abajo y no tenía ningún problema. Debería andar. El mecánico cambió las bujías, hizo todo lo posible y no entendía por qué la motocicleta no funcionaba. El dijo perplejo al Sr. Wehmeyer que sería mejor regresar a su casa. Wehmeyer se puso en camino. Y en ese momento, cuando tomó camino a Herford, la motocicleta funcionó como si nunca le hubiera faltado nada. El todo contento, volvió a cambiar la dirección e inmediatamente la moto volvió a pararse. En dirección a Münster no funcionaba

Todavía muy impresionado por este acontecimiento fantasmal el Sr. Wehmayer viajó bastante tiempo después a Münster en tren. Allí su esposa le manifestó espontáneamente que quería volver a casa inmediatamente. Ella se sentía mucho mejor y el médico encargado le dijo que el tratamiento había terminado.

La corriente caliente
Un resultado inicial poco usual

Al quinto día de nuestra investigación experimentamos la primera verdadera gran sorpresa. Y a partir de este día siguió una sorpresa tras otra, hasta que finalmente llegamos a un evento que sin exagerar debemos denominar una sensación.

Viajamos hacia Hamburgo porque Lanzenrath supo allí un caso que le parecía ser especialmente impresionante. El caso estaba además muy bien documentado médicamente. Se trataba de la hija de un tal Sr. Mendt, quien tenía un taller de reparación de automóviles en Hamburgo. La niña había superado una parálisis infantil espinal, pero la parálisis en las piernas permaneció.

Aquí existía un historial previo y exacto, cuidadosamente elaborado con un diagnóstico claro. Gröning había atendido a la niña de la manera habitual, sentándose tranquilamente frente a ella, haciéndole lentamente preguntas sobre las sensaciones en su cuerpo, haciendo movimientos suaves como mucho con su mano. Después solicitó que en los próximos días registraran exactamente las sensaciones de la niña. Esto se hizo cuidadosamente y el profesor Fischer leyó que la niña había tenido tirones dolorosos en las piernas en dirección hacia los riñones. Estos subían y aumentaban la temperatura generando un fuerte riego sanguíneo en las piernas paralizadas. La niña volvió a hacer movimientos que antes no estaba en condiciones de hacer. El profesor Fischer examinó los miembros de la niña exactamente y encontró que estaban sorprendentemente bien irrigados. Todos los procedimientos le recordaron en el principio del "entrenamiento autógeno" sin que hasta ahora se hubiera utilizado este método exitosamente en parálisis infantil espinal. El "entrenamiento autógeno" había sido desarrollado por el profesor I.H. Schulz, anteriormente docente de psicoterapia en la Universidad de Jena y se enseñaba en Alemania. Los métodos de Schulz básicamente no eran otra cosa que la utilización de una famosa práctica antigua, secreta para la mayoría de los europeos, el yoga hindú, aplicada a la medicina moderna europea. Ésta capacitaba a los médicos formados por él de dirigir mediante la influencia anímica, la cual no puede ser confundida con la hipnosis, el riego sanguíneo de sus pacientes hacia determinadas partes del cuerpo. Esto no les funcionaba en todos los casos. Ante todo es necesario tener semanas y aún meses de esfuerzo que bien puede denominarse "entrenamiento". Aquí en el caso Mendt, el Sr. Gröning obtuvo un resultado inicial poco usual. Aún cuando un psicoterapeuta formado médicamente hubiera tomado este caso, habría necesitado en el mejor de los casos varias semanas para obtener el resultado que Gröning logró en media hora. Fischer tuvo una larga conversación con el profesor Burckhard de Hamburgo y ambos estaban tan impactados por los resultados que el profesor Fischer manifestó por primera vez que ahora sí era de la opinión que Gröning disponía de fuerzas psicoterapéuticas poco comunes, tal vez de un campo magnético propio o de alguna otra cosa y que debería ser investigado al respecto en pruebas clínicas a gran escala. A la vez se debería de observar igualmente la posibilidad de sugestión en la parálisis infantil espinal y sus secuelas mediante un tratamiento continuado a largo plazo.

Ningún médico podía ayudarle

El día siguiente ya trajo una nueva e impresionante sorpresa. El Sr. Lanzenrath nos condujo hacia un nuevo paciente del Sr. Gröning, al Sr. Kargesmeyer de Bad Oeynhausen. Kargesmeyer tenía 47 años y desde que tenía dos años sufría de dolor de cabeza que con el tiempo se desarrolló en una neuralgia trigémino. Se entiende que se trata de un dolor de los nervios de la cara, uno de los dolores más terribles que existen. La violencia de este dolor puede conducir a las personas al suicidio. El sufrimiento no pudo ser aliviado por ningún médico convencional. Los calmantes tampoco lograban ninguna mejoría. En casos muy desesperados se trata de devastar los nervios con inyecciones de alcohol o simplemente separarlos. En cada caso se trata de intervenciones muy difíciles y con resultados poco seguros. Kargesmeyer había sido operado varias veces. Finalmente se le realizó en una clínica en Münster una operación radical donde se le vaciaron las amígdalas y se le hicieron perforaciones secundarias, suponiendo que los focos de inflamación localizados allí fueran la causa de los dolores de la cara. La operación no tuvo ningún efecto en la neuralgia. Naturalmente era posible que las mencionadas inflamaciones originalmente hubieran generado la neuralgia. Pero después de su eliminación el dolor en los nervios de la cara se "fijó", lo mismo que los terribles dolores que frecuentemente sienten quienes han sido amputados en los nervios del brazo o de la pierna que ya no existe. El Sr. Gröning trató al Sr. Kargesmeyer. Le pidió que tomara fuertemente la cabeza entre las manos.

Posteriormente Kargesmeyer sintió una corriente caliente en su rostro. El dolor duró unos días más pero fue desapareciendo poco a poco. Desde hacía cuatro semanas estaba libre de dolores.

También en este caso ha sido evidentemente la inusual capacidad de dirigir la circulación sanguínea que produjo el resultado. Posiblemente también obraron otros factores. Pero en este momento esto no juega ningún rol para nosotros. Hasta ahora solo conocemos muy pocos casos de tratamiento de esta neuralgia con psicoterapia. Y también en estos casos se necesitarían semanas y hasta meses para obtener un resultado. El Sr. Gröning lo logró en una sesión corta, un logro sin precedentes hasta hoy.


El famoso caso de Dieter Hülsmann

Al día siguiente estábamos nuevamente en Herford y el Sr. Lanzenrath le sugirió al Sr. Fischer ir a ver el caso de Dieter Hülsmann. Se trataba del hijo de nueve años del ingeniero Hülsmann, por cuya presunta curación Gröning se dió a conocer a un público más amplio. Entramos por primera vez en la casa, donde se inició la fama de Bruno Gröning, donde él demoraba hasta hace poco. Dieter Hülsmann nunca había aprendido a caminar correctamente. Sin embargo, nunca se había reconocido el verdadero carácter de su padecimiento. Durante mucho tiempo estuvo enyesado. Finalmente se diagnosticó en la Clínica Universitaria de Münster una distrofia muscular progresiva, es decir, atrofia muscular.

Después de permanecer casi un año en Bethel, uno de los médicos del lugar mencionó; "Usted puede dejar al niño aquí, también lo puede llevar a casa. Nadie le va poder ayudar." El niño ya no se podía sentar y tenía las piernas frías como hielo. Cobijas calientes, botellas calientes y almohadillas eléctricas no lograban apartar el continuo frío ni la insensibilidad. En esta situación, Gröning realizó un sólo tratamiento. Al poco tiempo experimentó el niño un intenso ardor en su espalda y de repente se calentaron sus piernas. Ese calentamiento se mantuvo e hizo que el niño pudiera caminar de nuevo, aunque bamboleando.

El caso Dieter Hülsmann fue uno que causó las más grandes controversias de opiniones y ambas partes se entregaron a exageraciones insostenibles. Con seguridad no se puede hablar de una curación, pero la aseveración de que haya cambiado nada después del tratamiento por parte del Sr. Gröning es una maliciosa tergiversación de los hechos. El profesor Fischer opinó después de una investigación exhaustiva que realmente se trataba de una atrofia muscular neurótica progresiva, es decir, una degeneración de los nervios que van desde la médula espinal hasta los músculos y que evidentemente afecta su alimentación y desarrollo. El punto de partida de la degeneración lo causan probablemente las motoneuronas. En estas desembocan las fibras nerviosas que vienen del cerebro. Aquí se realiza una transmisión o conmutación de los impulsos que vienen del cerebro sin que estas fibras tengan un roce directo con los nervios que conducen al músculo. No se pudo negar que los nervios degenerativos experimentaron una regeneración inusual y transmitieron esta regeneración a los músculos de las piernas. Pero lo que nos sorprendió más fue el hecho de que el Sr. Gröning había dado un diagnóstico, el cual se acercó inmensamente a la realidad anatómica.

El Sr. Kargesmeyer ya había afirmado que el Sr. Gröning le había dicho antes, sin preguntarle nada, que él sufría de dolores en el rostro y que éstos le atormentaban desde su segundo año de vida. Nosotros lo consideramos una exageración de un paciente agradecido. Sin embargo, en el caso de Dieter Hülsmann existía un reporte claro sobre el diagnóstico del Sr. Gröning, confirmado por testigos. Gröning habló de un desgarro del nervio en la médula espinal y además describió el lugar en el cual se encontraban las motoneuronas dañadas. Ese fue el momento cuando el niño sintió el ardor antes mencionado y después un aleteo particular, lo que el Sr. Gröning denominó una regeneración inicial y lo comparó con el titilar de una bombilla, en la cual ”entra” lentamente la energía. Esta explicación pareció primitiva, pero se acercó tanto a la realidad que esta experiencia nos conmovió profundamente a todos.

En el umbral de lo tétrico

La última decisión a favor de Gröning se tomó sin embargo gracias a una experiencia que tuvimos justo después de que el profesor Fischer había examinado a Dieter Hülsmann. Fuimos conducidos a una habitación, sin saber que el Sr. Gröning había trabajado aquí. El profesor Fischer se sentó muy cansado en una silla que había cerca. Casi en el mismo momento su rostro se puso terriblemente pálido. El tomó aliento y se controló rápidamente. Después nos miró con ojos entrecerrados, como si lo acabara de rozar una fuerza misteriosa, cuya procedencia no podía explicar. Nos dijo que al momento de sentarse había sentido un fuerte dolor en las inmediaciones del riñón derecho y simultáneamente percibió el latido de su corazón y una necesidad de tomar aire. Anteriormente su riñón derecho había padecido varias veces de inflamaciones. Este era el órgano menos fuerte de su cuerpo. Nosotros conjeturábamos sobre el especial fenómeno cuando el Sr. Lanzenrath entró en la habitación y nos dijo que el profesor estaba sentado justamente en la silla desde la cual el Sr. Gröning había tratado a sus pacientes.

Prof. Fischers ungewöhnlicher Heilerfolg mit Hilfe des Sessels, in dem Gröning in Herford viele Kranke behandelte.

El resultado exitoso de la curación inusual del profesor Dr. Fischer con la ayuda de la silla desde la cual el Sr. Gröning había tratado a muchos enfermos en Herford. Cuando el profesor Fischer se sentó en esta silla sintió una fuerza misteriosa y tuvo la idea de aprovechar las energías que salían de la silla para tratar a una chica joven que había sido paralítica durante años. Estos hechos forman el punto culminante del reportaje de hoy.

Gröning siempre aseveró que él podía dejar fuerzas especiales en sillas y quería saber ¿si el profesor había notado algo? "Sin duda alguna" dijo el Sr. Fischer rompiendo el silencio. Pero ya estaba ocupado con algún plan. De repente pidió al Sr. Lanzenrath de seguirle y se dirigió al jardín donde los enfermos esperaban paciente o desesperadamente, tal y como lo hicieron el día de nuestra llegada a Herford. El seleccionó entre ellos un paralítico y encontró a una niña joven que yacía incapacitada con las piernas inmóviles bajo una pérgola. Con la ayuda de Lanzenrath la subieron a la habitación y la sentaron en la silla misteriosa. Entonces comenzó a tratarla como solía hacerlo en su profesión de psicoterapeuta. Rápidamente encontró la causa de su parálisis.

La joven Anni Schwedler de 21 años de Darmstadt fue víctima de un terrible bombardeo en esa ciudad en otoño de 1944. Anni estaba con su madre y otras 20 personas buscando protección en un refugio antiaéreo de una fábrica de cervezas. Todos los demás, inclusive la madre lograron escaparse por una salida de emergencia que podía abrirse apenas lo suficientemente para que una persona pudiera salir. Pero de alguna manera, el cuerpo de la niña quedó atrapado en la apertura del muro. La casa ardió en llamas. El cabello de la niña ya había prendido fuego. Un vigilante del refugio antiaéreo pudo sacarla en el último momento y logró apagar con chorros de agua su vestimenta en llamas. Aún ahora cuando relataba los hechos, la horrorizada expresión de su rostro mostraba los procesos internos que debieron sucederle en esos momentos. Poco después de su salvación comenzó a sentir inseguridad al caminar. Algunos días después comenzó a trastrabillar. Su caminar se hizo cada vez más inseguro hasta que sus piernas quedaron completamente paralizadas. Cada tratamiento médico fracasaba. Y finalmente la joven estaba allí sentada en esta silla singular que había provocado al profesor Fischer un fuerte shock.

Mientras la joven terminaba de relatar, el profesor llegó a la siguiente conclusión: Si el Sr. Gröning ha dejado fuerzas sanadoras misteriosas en esta silla, entonces estas fuerzas deberían poder actuar sobre los enfermos también en su ausencia. Él le contó a la joven brevemente sobre Gröning diciéndole que él había ayudado a muchos paralíticos en esa habitación. Además le mostró a la joven una fotografía de Gröning. Después, lleno de tensión interior, le dio súbitamente la orden a la chica; "Levántese." Él pensó que Gröning hubiera hecho lo mismo. De pronto el rostro de la joven se iluminó, Anni se levantó casi con ímpetu del asiento y estaba tan sorprendida y sobrecogida de su capacidad de levantarse que en un principio no se atrevió a dar ningún paso. El profesor volvió a ordenar: "Ahora, camine." El Sr. Lanzenrath quien estaba presente tuvo que tomar a la joven suavemente de la mano y ella caminó con pasos inseguros llorando de alegría, atravesando toda la habitación hasta el asiento donde se encontraba su madre completamente emocionada. Sin embargo, aquí Anni Schwedler se desmayó. El experimento tuvo que realizarse por segunda vez. También en esta segunda ocasión, el Sr. Fischer le mostró a la paciente la foto de Gröning y constató un fuerte riego sanguíneo, enrojecimiento y desarrollo de calor en las piernas hasta ahora paralizadas. La joven se levantó de nuevo. Las órdenes del profesor la hicieron levantarse y sentarse varias veces. Cada vez lograba levantarse con más facilidad. Finalmente la joven estaba en condiciones de caminar desde la habitación vía el patio hacia la calle de enfrente y desde allí la llevaron en un automóvil a un pariente en Herford.

Todos nosotros observamos el experimento sin respirar. La misma tarde le confirmamos a la revista "Revue" que debíamos prolongar nuestra estadía en el norte de Alemania. Ya no había duda que Gröning era un fenómeno y que las pruebas clínicas programadas debían realizarse para aclarar el asunto. Al día siguiente intentamos entrar en contacto con el Sr. Gröning con el fin de abrirle el camino hacia los médicos de la Clínica Universitaria de Heidelberg, con el fin de que él pudiera demostrarles sus dones.

Desarrollo de los acontecimientos alrededor de Bruno Gröning desde marzo de 1949

La confusión de estos acontecimientos era tanta que había que hacer mucho esfuerzo para ponerla medianamente en orden para personas ajenas

18 de marzo de 1949:
De repente sale la estrella de Gröning en Herford. Se publica la supuesta o verdadera curación de Dieter, hijo del ingeniero Hülsmann de Herford, que sufría de una atrofia muscular. Las noticias de otras curaciones siguen. Los rumores y avisos se expanden con la rapidez del viento. Multitudes de enfermos se reúnen frente de la casa de los Sres. Hülsmann en Herford, Wilhelmsplatz n°7, donde se hospeda el Sr. Gröning.

4 de abril de 1949:
Inicio de la actividad curativa pública de Gröning en Herford. Potente eco. Gröning es considerado el "doctor milagroso" de Herford. Parcialmente es elevado a la categoría de Mesías, más aún teniendo en cuenta que él atribuye su eficacia al las energías divinas.

27 de abril de 1949:
Debido a la multitud de enfermos, intervienen las autoridades, especialmente las administraciones de salud. El Sr. Gröning y el Sr. Hülsmann son invitados a una conversación con el director de la oficina de salud de Herford, con el consejero médico Dr. Siebert. Siebert declara que hasta el momento había aceptado las actividades de Gröning sin decir nada, pero que ahora tendría que intervenir debido a la gran cantidad de enfermos y por su responsabilidad de actuar en nombre la oficina de salud pública. De manera algo torpe y provocativo trata de registrar los datos de Gröning. Gröning se lo niega y le exhorta en vez de ello ir personalmente al lugar de acción para convencerse de sus métodos y de los resultados. Siebert rechaza esto argumentando que no podía comprometerse.

Durante los siguientes días:
Durante los siguientes días: Hay tres conversaciones entre el Sr. Hülsmann, el consejero médico Dr. Siebert y el inspector criminal Sr. Auer. Hülsmann como entusiasta partidario de Gröning, aunque no muy hábil, insta a que los señores se convencieran de los logros de Gröning. Siebert muestra una actitud negativa. Auer se comporta objetivo.

30 de abril de 1949:
Debido al número creciente de personas que buscan curación y las dificultades cada vez más grandes con las autoridades, Gröning organiza en la casa del Sr. Hülsmann una especie de conferencia de prensa. La prensa se ha apoderado mientras tanto del caso Gröning, lo ha hecho sensacionalista y ha publicado una gran cantidad de noticias falsas y desfiguraciones del caso. A esta conferencia asiste el alcalde superior de la ciudad de Herford, el Sr. Meister, junto con el superintendente, el Sr. Kunst. Gröning corrige las noticias falsas. Sin embargo, no se llega a una relación adecuada entre el inseguro e inhibido Gröning, quien no tiene experiencia ni con los médicos, ni con los periodistas y los demás presentes. El miedo de las autoridades ante un desorden público por la avalancha de enfermos, la desconfianza o el rechazo abierto por parte de los médicos, así como la falta de objetividad de los artículos de prensa están en primera plano.

3 de mayo de 1949:
El alcalde superior, Sr. Meister, hace una visita con Gröning a la casa de los Hülsmann. El mismo selecciona a una mujer con parálisis entre la multitud de personas que esperan y la lleva a Gröning. Gröning obtiene un gran éxito con la señora. El Sr. Meister se despide, profundamente impresionado.

3 de mayo por la tarde:
A pesar de todo, el alcalde superior le hace llegar a Gröning por la tarde una prohibición para curar. Incluye un plazo de tres semanas para recurrir. La relación entre las autoridades, Gröning y la multitud ante la casa se ha complicado más y más durante las semanas pasadas, en las cuales se realizaron muchas curaciones considerables.

13 de mayo de 1949:
Tan sólo diez días después de la prohibición de curar que se basa exteriormente sobre la ley de los naturópatas del ‘Tercer Reich’, se presenta una comisión de médicos en la casa Hülsmann. Son el director de las clínicas municipales de Bielefeld, profesor Dr. Wolf, del director del centro de salud Bethel, profesor Dr. Schorsch y del consejero médico de Bielefeld, Dr. Rainer. Además se encuentran el alcalde superior, Sr. Meister y el superintendente, Sr. Kunst. Kunst y Wolf desean que haya objetividad. El Dr. Rainer rechaza todo por completo. El explica: "Estimados Señores. Todo lo que van a ver aquí no es nada nuevo para la ciencia médica. Nosotros podemos tratar tales casos con los mismos éxitos. Cuando vengo aquí quiero ver milagros." La alianza de los adversarios médicos de Gröning con las autoridades perplejas frente al fenómeno Gröning que mueve las masas, se consolida. Sin embargo se le ofrece a Gröning que puede demostrar sus dones de curar, en casos que podrán verificarse, en un plazo hasta el 28 de junio, en todas las clínicas universitarias de la zona británica de Alemania, así como en la clínica municipal de Bielefeld o en la clínica de Bethel, de común acuerdo con los respectivos directores médicos.

En los días siguientes:
A pesar de las advertencias verbales y escritas por parte de Gröning y sus colaboradores sobre la prohibición de curar y que no tiene sentido quedarse a la espera, las personas que buscan ayuda se quedan delante de la casa de los Hülsmann. También ocurren curaciones que son difíciles de controlar y que sólo se explican por la radiación a distancia del Sr. Gröning sobre las personas que le esperan.

20 de mayo de 1949:
Gröning se declara dispuesto a demostrar su don de sanar en la clínica municipal de Bielefeld, sin embargo, se vuelve durante el viaje hacia el profesor Wolf, tras sentir intuitivamente una desconfianza ante una trampa de los médicos. El Sr. Klemme que fue curado por Gröning juega aquí un papel determinante. Klemme le sugiere a Gröning dejar de luchar contra las autoridades de Herford y de negociar en su lugar con el gobernador Drake de Detmold, a quien él conocía bien.

23 de mayo de 1949:
El encuentro con Drake se realiza bajo circunstancias desfavorables. Por insistencia de un tal Sr. Egon Arthur Schmid quien aparece en el círculo alrededor de Gröning y quien se denomina lector, Gröning realiza por la tarde, antes de la visita a Drake, un así llamado "diagnóstico a distancia" del estado de salud del Sr. Drake. Los diagnósticos a distancia de Gröning son algo muy especial. No se pueden explicar así sin más en términos médicos. (En el artículo de la revista "Revue" se hace referencia a ellos). Convencido de los poderes de Gröning, Schmidt presentó el diagnóstico a distancia sobre Drake. Este descubrió en él algunos errores. El médico oficial de Detmold, el Dr. Dyes, un obvio adversario de Gröning quien forma parte de la conversación, gana. Él le explica a Gröning textualmente que podría hacer y demostrar lo que quisiera, pero que la prohibición de curar no sería levantada (esta manifestación del Dr. Dyes fue confirmada por él mismo al colaborador de la revista "Revue", al profesor Dr. Fischer). Las palabras de Dyes tuvieron una influencia nefasta en el futuro desarrollo. La desconfianza instintiva de Gröning en contra del cuerpo médico se consolida definitivamente y hace imposible, también desde su lado, una colaboración razonable. El Dr. Dyes no le advirtió a Gröning sobre el párrafo de excepción de la ley de los naturópatas, según el cual, sin perjudicar la ley, se podía obtener un permiso especial para el ejercicio de la práctica sanadora en casos excepcionales.

24 de mayo de 1949:
Reunión entre Gröning y el director municipal Wöhrmann, un representante del alcalde superior Meister quien se encuentra de vacaciones. Wöhrmann declara respectivamente, según lo afirman ocho testigos, lo siguiente: Cuando hay miles de personas esperando por curación delante de la casa en la plaza Wilhelmsplatz n°7, no le importa la cantidad de personas. La curación de enfermos sería secundaria. A Gröning solamente le interesaría la curación del alma y el perdón de los pecados. Todas las dolencias físicas serían pocas, comparadas con la salvación del alma. Cómo Gröning no le había contestado a la pregunta si también podía perdonar los pecados, salió completamente insatisfecho de su conversación con Gröning.

7 de junio de 1949:
Una comisión médica, a la cual asisten esta vez el Sr. Wöhrmann y el consejero médico Dr. Siebert, visita nuevamente a Gröning. Cinco horas de discusión. La prohibición de cualquier actividad curativa se mantiene. El plazo de recurso se aplaza hasta el 28 de julio. A Gröning se le vuelve a hacer la oferta ya conocida de demostrar su don curativo en clínicas y hospitales. No se llega a ello, debido a la profunda desconfianza que se había arraigado en Gröning. (El profesor Fischer pudo establecer posteriormente, como encargado de la revista "Revue", que esta desconfianza no había sido sin fundamento).

18./19 de junio 1949:
Con el fin de tranquilizar a los miles de enfermos que esperan a Gröning en la plaza Wilhelmsplatz, el Sr. Wöhrmann se ve obligado a retirar temporalmente la prohibición de curar.

20 de junio de 1949:
Manifestaciones de las personas en búsqueda de curación delante del ayuntamiento y delante de la casa del Sr. Wöhrmann. La policía se ve impotente.

21 de junio de 1949:
Nuevo aflojamiento de la prohibición.

24 de junio de 1949:
El alcalde superior, Sr. Meister, regresa y confirma la prohibición. Nuevas manifestaciones. La confusión de las circunstancias es cada vez más terrible.

25 de junio de 1949:
Por invitación del mayorista Sr. Westphal de Hamburgo, quien tuvo un alivio de su padecimiento de asma por Gröning, Gröning se dirige a Hamburgo. Él espera poder continuar allí su actividad sanadora. Pero eso también resulta imposible en Hamburgo.

29 de junio de 1949:
Gröning abandona Hamburgo con destino desconocido. El se encuentra acompañado por el Sr. Hülsmann y su esposa. El público y la policía pierden su pista.


Fuente de la foto:

Von Gröning behandelte Kranke, die Professor Dr. Fischer aufsuchte, bevor er mit Gröning selbst zusammentraf:Enfermos tratados por Gröning que el profesor Dr. Fischer visitó antes de encontrarse con Gröning.

  1. El Sr. Klüglich de Bielefeld estaba enfermo de los riñones y vivía en el constante temor de una intervención quirúrgica. Nuestro reportaje informa sobre qué condición le encontró el encargado por la "Revue" profesor Fischer semanas después de que Gröning lo tratara.
  2. La hija de la familia Mendt de Hamburgo le demostró al profesor Fischer que el efecto Gröning debía ser aprovechado por la medicina. Gröning tuvo resultados exitosos en una parálisis infantil espinal tras actuar de forma psicoterapéutica.
  3. La Sra. Wehmayer. Cuando el profesor Fischer la visitó y supo de sus estadías en la clínica, quedó muy impresionado por el don de Gröning de curar a distancia y por la experiencia que relató su esposo (véase nuestro reportaje).
  4. La Srta. Schwerdt le describió al profesor Fischer el encuentro con Gröning que está descrito en el reportaje de cómo hizo que ella regresara mediante la ayuda de una bolita de papel plateado al hombre a quien amaba y cómo curó a los dos.
  5. La Sra. W lleva el negocio de bicicletas en Bielefeld que le dejó su esposo en 1946 tras su fallecimiento. El profesor Fischer se comunicó con la médica que realizó el largo y aparentemente inútil tratamiento, antes de Gröning.
  6. El sobrio negociante, Sr. Kargesmeier de Bad Oeynhausen. Ninguna operación logró quitarle los dolores ocasionados por una neuralgia trigéminus. Después del tratamiento de Gröning, el profesor Fischer le encontró sano.
  7. El Dr. Morters, quien trató a la paciente antes de Gröning, está sentado en la cama de la Sra. E. Este caso también hizo a la ‘Revue’ solicitar a los médicos de una clínica universitaria convencerse de la necesidad de una prueba clínica, sobre la cual la ’Revue’ informará en su próxima edición.

La noche de las grandes sanaciones

La noche de las grandes sanaciones

Zeitungsblitz, Septiembre de 1949: Edición especial sobre los éxitos del Sr. Gröning

Die Zeitung „Zeitungsblitz“ dokumentiert die Geschehnisse am Traberhof in Rosenheim im September 1949, wo durch Bruno Gröning Tausende von Menschen gesund wurden.En la edición siguiente les ofrecemos un reportaje objetivo de los hechos de nuestro enviado especial quien estuvo presente en el Traberhof el 27 y 28 de agosto como representante de la prensa pudiendo seguir los pasos del gran sanador Bruno Gröning durante 15 horas presenciando junto con centenares de personas sus intentos de sanación.

Las primeras curaciones del día

Nuestro corresponsal informa: Ya en la mañana los muchos buscadores de sanación tuvieron la gran dicha que aquél se dirigiera a ellos en un corto discurso después de que hacia el mediodía llamaron en coro a que saliera "su Gröning". Pero no quiero hablar de ello, sino de las horas únicas e inolvidables que vivimos durante la tarde y en la noche:

Hay como una tensión especial en el aire.

De algún modo, hoy sábado hay aún más enfermos y más curiosos reunidos delante del Traberhof y en el jardín, y aquella tensión crece de hora en hora desde que se supo que el Sr. Gröning hablaría esta noche nuevamente a los que le están esperando. Ya se comienzan a montar cámaras en el balcón, en las terrazas y en los parqueaderos. Cada vez más personas concurren al lugar.

Mientras tanto, yo me informo de los éxitos de sanación más recientes, y me siento obligado a reportárselos a mis lectores y al círculo alrededor de Gröning de manera sobria y sin ser sensacionalista.

Está la Sra. Würstl de Rosenheim, de la calle Münchnerstraße 42 y me cuenta de manera creíble que hasta hoy al mediodía no podía ni doblarse ni levantar los pies del piso por su parálisis. Después del discurso de Gröning caminó radiante por primera vez hacia su esposo, sin ayuda alguna, y es ahora capaz de agacharse como cualquier persona sana.

Parecido al Sr. Haas de Munich, otra mujer de Ensdorf, a la que todos la conocíamos solamente acostada, se levantó de la silla de ruedas haciendo sus primeros intentos de caminar.

Me siento en la mesa de un conocido. Su esposa, la actriz Karin LEMBECK de Munich-Laim es un personaje notable, de pelo morocho y conocida entre todos los "invitados permanentes". Me cuenta de una parálisis de varios meses de su brazo izquierdo que fue curada por Gröning en una sanación a larga distancia por medio del teléfono a las diez de la mañana. En el momento de su llegada al Traberhof el ‘círculo de radiación’ de Gröning se hizo inmediata e instantáneamente notable, tanto que la Sra. Lembeck fue sobrecogida de intensos calores y escalofríos, lo cual fue motivo de aquella llamada. "Dios mío, ¿qué está pasando con mi brazo? Ya no lo siento del todo." Y ese mismo brazo que "no lo podía sentir" y paralizado, al cual anteriormente no pudo ni levantar hasta el nivel de la mesa, lo mueve hacia la cara y momentos después ya lo mueve completamente libre por encima de su sombrero. Por la emoción que siente rompe a llorar de alegría y de gratitud, son lágrimas que sustituyen en aquel momento las palabras. Horas después puede darle la mano al Sr. Gröning y agradecerle de todo corazón, pero el gran benefactor solo le responde con humildad: "No soy yo él que merece su agradecimiento, sino el Creador allí arriba, fue Él quien me dió la fuerza esta mañana en la conversación telefónica con su esposo de iniciar la sanación, la cual Dios completó en el momento de su llegada sin mi intervención. Su fé la ha ayudado, Señora."

Otra dama, la Sra. Wagner de München- Laim, del mismo círculo de conocidos de Lembeck, sufre desde hace cuatro años de una parálisis facial izquierda, causada por una embolia cerebral que había mejorado algo. Gröning la localiza de lejos, concentrándose en ella desde las habitaciones del piso de arriba. Nosotros seguimos con interés esta intervención, pero la señora no puede concentrarse lo suficientemente por el barullo reinante. Por la misma razón otro intento más tarde ya de noche y sentada frente al maestro no conlleva ningún éxito satisfactorio, ya que su disposición interna, la concentración de los sentidos y el hecho de que ella se presentara nuevamente pocashoras después del tratamiento a larga distancia, significaron un impedimento grave.

Aquí, como en otros dos casos se presentó la prueba contundente de que el volver a presentarse nuevamente en las habitaciones privadas del Sr. Gröning, pensando en que el tratamiento telepático no tuviera resultado, se puede considerar como una señal de desconfianza hacia el sanador.

Y ahora es el momento. Centenares de personas esperan apretujadas. Son las 7:30 horas de la tarde. Lentamente caen las sombras vespertinas. Los caballos ya desaparecieron del corral y el sol pinta de oro nuestras montañas azules. La tensión sube cada vez más, si, casi ya es insoportable. Y entonces Gröning aparece brevemente sobre el balcón, vitoreado, y nos pide por algunos minutos de paciencia para concentrarse en silencio en toda esta gente, alentándolos ellos a concentrarse también. El señor S. de su equipo de colaboradores dirige a los enfermos hacia adelante, hacia el campo visual, dando instrucciones en voz baja de cómo deben comportarse: Las manos planas sobre la rodilla, rodillas separadas, sin contacto, los pensamientos no en la enfermedad – así son sus consejos. Es precisamente esa calma tensa de expectación, esa preparación interna, sicológica, para el momento del efecto sanador de Gröning que conlleva el máximo éxito curativo. Apenas se escucha algún susurro en la multitud. Es imposible de describir la situación y el ambiente, esta atmósfera llena de fe, desgarradora, de esta gente pobre y atormentada con todos sus sufrimientos visibles e invisibles, con su fe fuerte o menos fuerte en espera de su sanación.

Mientras tanto han pasado 15 minutos con los preparativos para las tomas de una película documental. Son minutos que uno piensa vivirlos una sola vez, tan llenos de esperanza electrizada que uno siente el propio corazón y al del vecino también. Un colaborador de Gröning pregunta mientras tanto a algunos de donde son. Se oyen nombres de ciudades de todas partes de Alemania: de la región del Allgäu y de Suabia, de Colonia y de Fráncfort, de Baja Bavaria y de Alta Bavaria, del Lago de Constancia y de la Waterkant (Norte de Alemania), incluso de Berlín y por supuesto hay muchas personas de Rosenheim. Es una alegría personal y especial para el Sr. Gröning que más tarde vino a verle un antiguo compañero de guerra quien se encuentra entre los que están esperando. Los dos compartieron duros momentos estando prisioneros de guerra de los rusos en Finlandia y Karelia. Otra vez se exhorta a la multitud de no hacer preguntas al Sr. Gröning sino de concentrarse completamente en lo que va a decir el SG Gröning.

Gröning habla a los que le esperan

La noche ha caído. En todos lados se encienden focos, las cámaras comienzan a rodar silenciosamente. Cualquier otro sonido enmudece y todos los ojos se dirigen hacia el balcón sobre el cual aparece a las 20:15 horas el Sr. Gröning en medio de sus anfitriones y colaboradores. Siguen unos minutos de silencio absoluto cuando el gran benefactor de la humanidad dobla las manos y mira hacia el cielo. Después entra en contacto con los buscadores de sanación c r e y e n t e s mirándoles a cada uno a sus caras emocionadas.

Y a continuación comienza Gröning a hablarle con su voz calurosa y simpática con la que cautiva a tantos, y dice palabras sencillas, llenas de una fe profunda:

"Mis queridos buscadores de sanación! Como todos los días, también hoy se reúnen aquí personas pobres, atormentadas que buscan la sanación y la van a encontrar. Pero hay también quienes fueron empujados por la pura curiosidad, y algunos que saben que son escépticos. Yo lo siento muy claramente y les pido a aquellos que cubran sus pensamientos por algunos momentos y que primero se convenzan de los hechos. Aquí no se trata de magia y presentaciones baratas. Para esto, la cosa es demasiado seria, y el sufrimiento de los que están alrededor mío es demasiado grande.

Yo no he llamado a nadie a que vengan aquí. Al contrario, yo les he pedido de esperar hasta el día cuando la ayuda les pueda llegar de manera ordenada. ¡Quien no confía en mí, no tiene porque volver!

Sé que hay muchos entre Uds. que ya están encaminándose hacia la curación! Mis planes son quedarme aquí en Alta Baviera y les pido que tengan paciencia hasta que yo tenga el permiso de curar públicamente y que estén establecidos los lugares de sanación. Pero el derecho a sanarse solo lo tiene él que lleva en si la fe en lo divino. Lamentablemente hay personas que la han perdido desde hace años, o que se han burlado de ella.

Yo les hago saber: el único médico, el médico de todos los hombres es y será nuestro Señor. Solo Él sana. Pero ayuda a los que creen y a los que están dispuestos a separarse de sus padecimientos. Uds. no tienen que creer en el pequeño Gröning, pero sí deben tenerme confianza. No soy yo quien quiere su gratitud. Solo Dios se la merece, yo no hago más que mi deber.

Ya que Uds. no están informados yo les hago saber que pueden dejar su miedo y su dinero en su casa. Pero traigan su enfermedad y traigan siempre mucho tiempo para que yo me lo pueda quedar. Uds. deben ser nada más que sencillas personas, ni falsos, ni hostiles, no hacerle daño a nadie y nunca ser envidiosos. El regalo más grande y más lindo en esta vida terrenal no es la riqueza, no es el dinero, sino es la salud que vale más que todos los bienes sobre la tierra. Mis colaboradores ya les han instruido como deben comportarse para sentir el máximo efecto. ¡No quiero efectuar una sanación pública aquí! Primero necesito saber seguro, si tengo el permiso de ayudar en público. Pero hasta ahora siempre ha sido así que los que estaban en mí alrededor se sanaron. ¡No tienen que enumerarme sus sufrimientos, yo veo a través suyo y sé todo de Uds.!"

El Sr. Gröning procede a darnos algunas pruebas de su fuerza de influencia que son corroborados por llamadas de la gente. Continúa: "Ahora todo el mundo ha recibido lo que quería; pero solamente él que se siente conectado con el Señor. Desde aquí, desde este lugar, pienso fundar varios sanatorios en cooperación estrecha con los médicos, para ayudarles a todos Uds. A todos los que vinieron por sus familiares enfermos quiero decir: ¡Ya estoy con ellos! ¡Cuando Uds. regresan a casa se darán cuenta que el enfermo ya no es él mismo que han dejado!" Con un aplauso prolongado le agradecen al hombre abnegado sus palabras.

Dos representantes de gobierno en favor de Gröning

En ese momento se acercó desde atrás y completamente inesperado el Jefe de la Policía de Munich, el Sr. Pitzer: "Mis queridos ciudadanos de Rosenheim! Les hablo desde la perspectiva de una vivencia personal de hoy. Vine en primer lugar como enfermo, pero también como funcionario del gobierno, y como observador. Jamás en mi vida había recibido un diagnóstico tan exacto y acertado, ni de los médicos más famosos, como él que me dio el Sr. Gröning hace unos momentos, sin ni siquiera tocarme. Personalmente creo firmemente en mi sanación y asumiré hasta en las esferas más altas del gobierno la responsabilidad de lo que esta pasando, le guste a algunos señores o no – Uds. sabrán a quienes me refiero. Lo que importa es que el enfermo reciba ayuda. Desde hace cuatro años ocupo mi puesto día y noche, y el resultado ha sido un padecimiento serio que ya me ha costado hasta hoy una fortuna, y en vano. Hablo por mí y por todos Uds., ... y que nos escuchen en todos partes, ya que necesito estar sano por toda esta gente honrada. Yo le agradezco, Sr. Gröning, su ayuda. Que el Señor le de fuerza para que pueda ayudar a todos los que con una fe férrea y un corazón abierto vienen acá.

Sigan teniendo confianza absoluta en el poder curativo de Gröning y ayudemos todos a sobrellevar las últimas dificultades. Mi amigo en el parlamento de Baviera se encargará a que algún día, ojala pronto, el Sr. Gröning reciba su permiso de sanar."

Seguido habló el parlamentario y miembro del partido CSU: "No quería hablar ya que tenía muchas reservas en el asunto de Gröning y quería convencerme yo mismo de lo que esta pasando aquí. He presenciado tantas cosas conmovedoras que me faltan las palabras para describirlas. Más no puedo decirles. Yo les pido a todos: Crean en la vocación del Sr. Gröning!" Nuevamente se escucha un aplauso frenético de la multitud emocionada.


Las curaciones nocturnas en el Traberhof

Ahora Gröning comienza a tratar desde el balcón algunos casos graves y lamentables de parálisis.

Monika Baumgärtner de Bad Aibling está esperando en el Traberhof desde hace días. Ella sufrió una caída en el Monte Watzman hace tres años lesionándose la columna vertebral que conllevó a una parálisis total de toda la parte inferior del cuerpo. En este momento está luchando con duros esfuerzos y una increíble sudoración por primera vez en años por pararse, aunque sea por unos pocos minutos. Y ahora Gröning exhorta a otros enfermos con miembros paralizados o tiesos de moverlos y de doblarlos. Solo con dificultad puedo avanzar hacia el pobre lisiado, Sr. Georg Aigner de Rosenheim-Thallerbräu, quien me muestra radiante como mueve y dobla con un ruidoso crujido sus articulaciones secas, y con orgullo pone su talón izquierdo encima de la rodilla derecha y viceversa. Es el segundo caso para los escépticos del cual todos los presentes pudimos convencernos. Un panadero de Bad Aibling sufrió un choque nervioso hace muchos años del cual quedan unos pocos síntomas, los cuales, Gröning promete quitárselos dentro de unas semanas.

Ahora Gröning se dirige nuevamente al pueblo asombrado: "Si entre sus familiares y conocidos en casa se ha producido alguna mejoría, háganmelo saber lo más pronto posible con la fecha de hoy, para saber cuantas sanaciones se efectuaron. Yo les deseo una muy buena noche y la sanación completa, en el nombre de Dios."

Con estas palabras, el gran hombre se retira con todo su equipo hacia adentro para seguir mostrando, sin pausa alguna desde la mañana temprano, su poder curativo en unos casos que la prensa y los médicos le presentan.

Mientras hasta ahora yo había permanecido exclusivamente con los enfermos para tener el contacto con ellos, ahora acepto la invitación de la familia Hawarti para estar presente en el trato de los casos más graves. Pasando una larga fila de enfermos esperando en la antesala, entro en las habitaciones privadas. Ya en la entrada no puedo, a pesar de mi intento de mantener mi objetividad, defenderme de una cierta energía. Y ya se acerca hacia mí el Sr. Gröning y me aprieta firmemente la mano. Por unos momentos tengo la sensación de que su mirada fuerte pero muy amable me atraviesa. Sus primeras palabras me muestran la gran decepción que ya ha tenido con la prensa.

Mientras han tenido lugar varias sanaciones de polio con obvio éxito alrededor de medianoche, se prepara un círculo en el jardín invernadero de ambiente exótico. Debajo de los rayos de cuatro focos se reúnen 24 personas, entre ellas el médico de dos pacientes, Dr. Meyer del hospital de lisiados de guerra de Bad Tölz; otra médico, un estudiante de medicina, y el personal que acompaña a los que no pueden caminar solos. Sin cesar la lluvia teclea el techo de vidrio y los tres operadores de cámaras comienzan a enfocar a los pacientes. Se hacen tomas de cada caso, antes, durante, y después del tratamiento para un documental que servirá para la información del público en general. Como siempre, Gröning se prepara para el tratamiento en la habitación contigua. Aparece su asistente, el Sr. Schmidt, y pide también aquí a los presentes de prepararse exterior e interiormente para los intentos de sanación. Y entonces, obviamente como medio de Gröning, declara de manera asombrosa que entre los presentes se encuentra un señor al quien se le pide cambiar su actitud escéptica innecesaria para no interrumpir la conexión mental con los enfermos, o salirse del salón. Pero nadie sale.

Aparece en el marco de la puerta Gröning y pide a los presentes de concentrarse en lo que ocurre en el cuerpo de cada uno. Gröning entra en el círculo y se dedica intensamente a la Sra. Baumgärtner de Bad Aibling quien le es presentada nuevamente en forma personal. Reina una calma expectante. Las cámaras comienzan a susurrar alternativamente. De repente Gröning se vuelve y pregunta a dicha paciente: "¿Y qué siente ahora?" Generalmente la respuesta es: un hormigueo en los pies, una sensación de tirantez en las pantorrillas, un dolor punzante en los riñones o la vejiga, un fuerte alboroto en los intestinos, una presión en el estómago, o el paciente muestra delante de todo el mundo un fuerte temblor en todo el cuerpo. Así o parecido son los efectos del tratamiento en cada uno de los pacientes. Ahora el maestro apunta, fijándose con una precisión de centímetro en el lugar afectado que ha causado la parálisis. Y de repente la paciente grita: "¡Me está atravesando!" Dándole la espalda a la paciente e imperceptible para ella, el Sr. Gröning muestra de forma asombrosa con sus dedos a los médicos como se puede cortar y en seguida coser un nervio sin intervención quirúrgica, mientras la paciente cree sentir los dolores de tal operación. A continuación del tratamiento la paciente se siente "liviana", apenas siente su cuerpo, muestra un incremento de sentimientos eufóricos, levanta su brazo izquierdo tambaleante, se apoya sobre los respaldos y hace su segundo intento de ponerse de pie. "Dentro de poco caminará", así es el diagnóstico de Gröning.

El tratamiento de casos graves

Una niña, Evelyn Geschwind, de Munich, quedó casi ciega hace ocho años, con daños graves de la córnea tras cinco operaciones, ahora ya ve sin lentes después de varios tratamientos en este mismo día y más de lo que jamás ha visto antes, por ejemplo ve ahora el tren que pasa a 500 metros de distancia. El velo delante del ojo izquierdo que ella menciona, Gröning se lo quita instruyéndola pasar rápidamente su mano izquierda sobre el ojo, por lo cual queda liberada y ve cada detalle del salón.

Ahora Gröning pide a tres señores que venían acompañando a algunos pacientes a salir al balcón, ya que ellos los distraen. En seguida distribuye bolitas hechas con papel de cigarrillo, que ha hecho con sus propias manos y que obviamente son un depósito de fuerza magnética. Son tan demandados que en Munich ya se venden en el mercado negro, por supuesto falsificados. Estas "bolas de fuerza" supuestamente establecen sobre distancias largas el contacto entre Gröning y el paciente y facilitan la concentración del paciente.

Mientras tanto en el Este amanece y el maestro aún no muestra señales de cansancio. Esta resistencia física obviamente la transfiere a sus visitantes, pues nadie entre ellos quiere irse de este "lugar de milagros". La palabra "sueño" para Gröning es una palabra foránea. Un movimiento rápido de su mano de su frente sobre su cráneo pronunciado hacia la región occipital le quita el más mínimo rastro de cansancio. Pero sin cesar tiene un cigarrillo encendido en su mano y su alimentación consiste de porciones pequeñas.

El muy demandado es llamado al lado de un caso gravísimo en el patio, allí donde desde hace días el Sr. Fischhaber de 35 años de Bad Tölz le espera como su última esperanza. Tras unos accidentes de trineo y de moto, el Sr. Fischhaber sufrió parálisis parciales en partes del cuerpo que desde 1949 han empeorado continuamente. Tres dictámenes de famosos catedráticos de medicina de Munich vacilan entre intoxicación con gasolina, lesión de la columna, tumores de los nervios principales y la teoría más reciente por parte del médico quien lo trajo hoy, una herida del diencéfalo. Hace 2 meses, el Sr. Fischhaber ya visitó a Gröning en Herford donde aquel le prometió la sanación. Allí la enfermedad renal, producto del tratamiento con medicamentos de varios años, desapareció inmediatamente, sin embargo en el caso de los otros síntomas no se produjo ningún efecto. La preparación para esta consulta mañanera, ya la hizo Gröning la noche anterior, dándole a él un tratamiento a larga distancia que produjo en Fischhaber un fuerte hormigueo en la mano izquierda y en la pantorrilla izquierda, así como sensaciones de agujas en la región plantar.

La razón para la ausencia de una sanación obvia o una mejoría, el Sr. Gröning la da haciendo una declaración sensacional y clarividente, diciendo literalmente: "Tenga cuidado de una pareja amiga no bienintencionada. La mujer tiene pelo negro, el hombre tiene pelo rubio con raya, es de un metro 70 de estatura. Aquel hombre, si Ud. lo quiere saber, entrará en su casa dos días después de su regreso a casa, a las seis de la tarde. Ud. lo reconocerá por que se limpiará su nariz con un pañuelo blanco. Ese hombre hasta hoy sabotea que Ud. reciba la sanación a través de mí, ya que ha hecho declaraciones desfavorables sobre el tema. Esta persona esta entre Ud. y yo, e impide el contacto necesario. Evite ese hombre y dentro de poco se sanará."

Las últimas palabras que me dijo el benefactor antes de que yo emprendiera mi regreso a casa y que marcan el camino de su futuro trabajo son: "Dentro de pocos minutos quiero comunicar a mis pacientes las palabras siguientes: ¡SEAN BIENVENIDOS! ¡UDS. ESTUVIERON ENFERMOS! ¡HASTA LA VISTA!"

A. Stecher

Nota de la redacción

Hasta aquí el informe del corresponsal el cual reproducimos sin comentario. Nuestros lectores podrán formar su propio juicio sobre el poder sanador de Gröning basados en los hechos aquí descritos, así como también, sí acaso un reconocimiento oficial por parte del ministerio estatal como médico naturópata sería en el interés de los muchos enfermos y lisiados, y por tanto necesario.

Ya que Gröning se propone permanecer más tiempo en el Traberhof en Rosenheim publicaremos más ediciones especiales en su debido tiempo.

Es imposible para nosotros de reenviar cartas y otras comunicaciones. Por supuesto, cualquier interesado podrá dirigir cartas (sin foto) o notas a su dirección: Sr. Bruno Gröning, Rosenheim-Land, Traberhof. Otras direcciones que se pueden encontrar en el mercado negro son falsas. El Sr. Gröning pide que no se le visite hasta su reconocimiento oficial.

Bruno Gröning - Su palabra vence la enfermedad

Bruno Gröning - Su palabra vence la enfermedad

Das Neue Blatt, 9/5/1957

Das Neue Blatt: Dr. Horst Mann über Bruno Gröning

Informe del Dr. Horst Mann

Esto debe ser dicho de antemano con toda claridad: aquí no se trata de la persona Bruno Gröning. El periódico "Das Neue Blatt" no quiere añadirse a la opinión de aquellos que lo alaban como sanador o le desmienten como charlatán. Nuestra tarea era la de investigar las curaciones de Bruno Gröning de forma crítica y libre de corrupción, solo acompañada por un sincero esfuerzo de querer indagar finalmente la verdad. Pues todas las personas que sufren tienen derecho a la misma.

El periódico "Das Neue Blatt" abre con ello un capítulo emocionante de nuestra actualidad. Pues éstos son los hechos:

  1. Bruno Gröning realiza curaciones comprobadas desde hace más de diez años. La cantidad no puede ser estimada. Se trata de más de mil casos.
  2. Por su metodología, este hombre tuvo que presentarse más de una vez ante el juzgado. Se le tuvo que juzgar de inocente. Con seguridad ahora también lo esperará un proceso muy controvertido.
  3. Por toda Alemania existen las Asociaciones Gröning. Sus socios elevan su mirada con gran respeto al hombre que no sólo les ha dado la curación, sino también el sostén espiritual.

El periódico "Das Neue Blatt" interrogó a estas personas. Nosotros analizamos las curaciones exitosas críticamente. Entrevistamos a médicos, a científicos y hablamos personalmente con Bruno Gröning, quien, por cuenta propia, nos ha puesto a disposición material hasta ahora desconocido.

Esto aconteció el 27 de noviembre de 1953 en el pueblito de Ostenfeld, 14 kilómetros al este de Husum: gran suspenso en la planicie del centro del pueblo, el cual se depositó como una garra de acero en los corazones de las numerosas personas que se encontraban en los bancos e hileras de sillas. En total se estima que deben haber asistido alrededor de cien, quizás hasta ciento cincuenta personas.

Habían venido de Ostenfeld, de los pueblos aledaños entre Rendsburg y Schleswig, Husum y Kappeln. La noticia se había diseminado rápidamente: ¡Bruno Gröning se encuentra aquí! Él ha curado a enfermos nuevamente. Quizás pueda ayudarme también a mí, o a mi padre que padece de gota, o al niño tan decrépito, para quien el médico ya tan sólo tenía un resignado gesto. Tales pueden ser los pensamientos de las personas que se han reunido aquí esta noche.

La luz tenue casi no llega a iluminar la sala. Ilumina los rostros llenos de esperanza y de fe. Pero esta luz también se refleja en los ojos de los escépticos y de los curiosos. Ellos no esperan nada especial. Sólo quieren formar parte de este evento, a fin de poder hacer luego algún comentario durante las largas noches invernales del año 1954. En estos pueblitos no suceden muchos acontecimientos. Las conversaciones siempre tratan acerca de los mismos temas: del tiempo, de la cosecha, del ganado y de la enfermedad. Sí, y finalmente enfermo podía estar cualquier persona, quizás Gröning podría indicar alguna salida...

El murmullo de las voces resuena contra el techo de la sala repleta y divide el velo del humo en el aire. Algunos mantienen las manos entrelazadas, como si estuvieran rezando. Otros cuentan chistes con el propósito de liberarse de tensiones. Otras personas se ocupan de atender a familiares enfermos.

Solo en la última hilera todo está totalmente en silencio. Allí se ha transportado a un enfermo grave. Los dolores le hacen sufrir de tal manera cruel que ni siquiera puede mantenerse sentado. Se le han puesto unas mantas en el suelo a manera de lecho. Las personas le conocen. Se trata del campesino Thies Paasch de la localidad de Norby. Su destino cruel era bien conocido: dolores que le mantenían encarcelado y a veces hasta lo sometían durante semanas a guardar cama.

El murmullo cesa de repente. Bruno Gröning ha entrado en la sala. Da la sensación de ser muy pequeño con sus casi 170 cm de altura, hasta grácil, al dirigirse mediante pasos rápidos hacia un podio. Su vestimenta es así como se la conoce de innumerables fotografías. Lo que resalta es sólo la cabeza maciza con la melena ondulada y los ojos grandes, resplandecientes, que parecen arder en el rostro pálido y delgado.

Y luego todo se desarrolla totalmente diferente a lo que esperan los que habían asistido por curiosidad o puro sensacionalismo. "¡Mis queridos amigos!" Bruno Gröning dirige la palabra a las personas reunidas. Y su voz es suave y melódica, libre de drama o sin ser patética. Tampoco se dedica a hablar sobre las curaciones o los milagros alcanzados. Tampoco se alaba o celebra como un Mesías, el cual ha resucitado a fin de traer a los desesperados la liberación. Gröning habla acerca de la fe y de la fuerza de la misma. Lo menciona utilizando palabras sencillas, fáciles de entender, de asimilar y de comprender. Habla plásticamente, mediante comparaciones, pero no mediante palabras y acontecimientos extravagantes.

Gröning habrá hablado aproximadamente durante una hora. Durante ese tiempo nadie mira el reloj, ni se siente excluido. Luego él dirige la palabra a algunos oyentes. "¿Ud. ha sentido algo?" pregunta. Tenues, titubeantes vienen las respuestas. Algunas personas tienen bolas de estaño en sus manos crispadas, las cuales habían sido repartidas antes del discurso. Algunos relatan haber sentido un calor particular. Otras informan acerca de un tiriteo o de olas de dolores. A su vez algunas personas sacuden la cabeza negando.

Algunos quieren contar acerca de su historial médico, pero el hombre vestido con camisa de seda oscura y una corbata ancha no siempre resulta ser un buen oyente. A veces interrumpe a la persona casi bruscamente: "¡Yo no trato enfermedades! La enfermedad es el desorden. Haga orden en sí mismo y con Dios, entonces la sanación no tardará. Mejor conversemos acerca de algo bueno. ¡Siéntase a gusto en nuestro círculo!"

So traf ich den Landwirt Thies Paasch in Norby bei Rendsburg: gesund und voller Arbeitskraft: „Das verdanke ich Bruno Gröning!“ sagte er.

Así me encontré al campesino Thies Paasch en Norby, cerca de Rendsburg: sano y lleno de vitalidad laboral. "¡Esto se lo debo agradecer a Bruno Gröning!" dijo.

Bruno Gröning se dirige de mesa a mesa, de silla a silla. Luego se aparta. Un grito desde la última hilera le hace detener su paso. "¡Sr. Gröning, Ud. se olvidó de alguien!" El intendente y funcionario de la municipalidad de Owschlag se había incorporado e indicaba en dirección a Thies Paasch, quien se encontraba detrás suyo, echado en el piso.

Gröning se dirige hacia el enfermo, inclinándose y haciendo la misma pregunta que a los demás oyentes: "¿Ud. sintió algo durante la reunión?" El hombre que se ve obligado por los dolores a echarse al piso afirma. "Sí", dice. "De repente sentí mucho calor. Sólo la pierna izquierda estaba congelada hasta la mitad. Y luego sentí un cosquilleo en mi mano derecha." Gröning asiente con la cabeza. Nada más. Ningún movimiento, ningún consuelo, ningún indicio. Y luego atraviesa la sala a grandes pasos.

Entonces uno de los oyentes exclama: "¡Agradezcámosle al Sr. Gröning poniéndonos de pie!" Se escucha correr sillas y mesas. Entonces sucede lo increíble. Thies Paasch se incorpora. Se pone de pie al igual que todas las demás personas sanas. Su rostro expresa de repente una especie de alivio. Mediante ambas manos se niega a aceptar la ayuda de personas que se encuentran a su lado. Él quiere lograrlo por cuenta propia. Y lo logra, sin esfuerzo, sin dolores.

Incorporado se mantiene allí observando todo mediante una sonrisa, casi con una expresión de triunfo se queda mirando los rostros de las personas anonadadas a su alrededor. Entonces se dirige con pasos seguros hacia el mostrador y dice: "¡Mozo, un aguardiente!" Casi gritando, mediante una voz en la que se mezclan espanto, fe y alegría: "¡Mozo, un aguardiente!"


Norby, 18 de abril de 1957

Me encuentro frente a una carpeta con cartas de agradecimiento a Bruno Gröning. Se trata de 58 informes acerca de enfermedades de personas que creen que este hombre es su sanador y salvador de los grandes sufrimientos. Ellos son oriundos de una pequeña localidad llamada Ostenfeld y de sus aledaños. Los informes se extienden desde el período de invierno de 1953 hasta la primavera de 1954. Han sido redactados por personas con oficios tales como campesinos, albañiles, amas de casa, camioneros y otros. También relatan acerca de extraordinarias curaciones de niños.

Mi intelecto no quiere creer lo que los ojos están leyendo. Esto es simplemente inconcebible. Las personas informan acerca de padecimientos tales como: daños del sistema cardiovascular, reumatismo, várices de heridas que no cicatrizaban, jaquecas, erupciones de la piel, trombosis, infecciones en la articulación de la cadera, obesidad, parálisis, endurecimiento de la piel, lesiones en los discos intervertebrales, padecimientos de la bilis y tuberculosis. Una gama horrorosa de enfermedades que han sido curadas por Bruno Gröning.

Me quedo sin palabras. Mis ojos visualizan el nombre de Thies Paasch, el hombre que hace casi ya tres años atrás pudo levantarse repentinamente tras un discurso de Bruno Gröning y sentirse sano. Leo: "Desde 1944, durante diez años enteros padecí de terribles dolores reumáticos y de los nervios, los cuales había recibido en aquella época, durante la guerra de Prusia oriental. Hice muchos tratamientos con médicos, con homeópatas y curas mediante hierbas medicinales, pero nada de esto sirvió. Sólo ayudó a paliar el mal, sin poder curarlo. En el otoño pasado los dolores pasaron a ser tan insoportables que había quedado inmovilizado. El médico diagnosticó una hernia discal y una infección del nervio ciático. El 27 de noviembre, luego de haber pasado cuatro semanas en cama sin sentir mejoría alguna, decidí dirigirme a Ostenfeld, donde concurriría el Sr. Gröning personalmente. Como no podía ni caminar, ni sentarme, pasé dos horas echado en el suelo. Al ingresar el Sr. Gröning a la sala sentí enseguida un alivio. Y cuando el Sr. Gröning finalizó su discurso con las aproximadamente 200 personas allí presentes, pude levantarme sin ayuda y abandonar la sala sin hacer uso de un bastón. Como por milagro sigo estando sano aún y puedo ejercer mi trabajo. Expreso mi gran agradecimiento al Sr. Gröning a través del cual he recibido mi completa sanación. Thies Paasch, Norby."

¿Qué será de la vida de este hombre? ¿Habrá podido mantener esa sanación espontánea de forma permanente? ¿Realmente se trata de una curación milagrosa o es el producto de un instante de fe ocasionado por Bruno Gröning que ha sellado la fuente de los dolores para luego quizás volver a fluir con más intensidad?

Pocas horas más tarde me encuentro sentado frente a Thies Paasch en el living de su finca, en Norby. Un hombre jovial, simpático, a quien se le podría estimar entre unos 40 o 50 años. Recién llega de Husum con el tren y en bicicleta. Allí está tomando clases en una autoescuela.

Él relata abiertamente. Y su primera afirmación me ahorra la pregunta de si su curación ha sido duradera. "Le quedo agradecido al Sr. Gröning desde lo más profundo de mi corazón. Le agradezco el que hoy el trabajo me reconforte y el que esté sano."

Thies Paasch tiene muchos motivos para ello. Recién cuando vuelve a relatarme acerca de la dolorosa época del padecimiento, tomo conciencia de la dimensión de tal enfermedad. Luego de su primera recaída en aquel entonces, durante la guerra, había hecho todo lo posible para poder salir de aquella situación. Pero el reumatismo se había intensificado. Finalmente se había desarrollado una deformación en la columna. Los médicos sólo podían ayudarle a aliviar los dolores mediante inyecciones.

"En ese entonces me encontraba en una encrucijada", opina Thies Paasch. "Había sufrido muchas recaídas. Cuando escuché el nombre de Gröning de repente supe y sentí: ¡Sólo él puede salvarme! Eso es lo que creí cuando me cargaron hasta el auto en dirección a Ostenfeld y mientras yo reprimía los dolores."

"¿Ud. volvió a consultar a un médico?" le pregunto al campesino bronceado, quien ahora había vuelto a ejercer su tarea seguramente nada sencilla. Thies Paasch se ríe. "¿Por qué debería?" me responde. "¡Me siento sano, muy, pero muy sano!"

A pesar de todo consulté más tarde a un médico que lo había tratado durante largo tiempo mediante inyecciones. Éste me confirma: "Es cierto, El Sr. Paasch estaba enfermo. Entre otras cosas padecía de una infección de los nervios. Para llegar a obtener la sanación necesitó de un fuerte impulso. Éste se lo debe haber transmitido Gröning."

Mi curiosidad crece. ¿Se trataba en este caso de una excepción, de un éxito singular? Me dirijo a otros pacientes y experimento nuevas sorpresas. Acerca de ello informaré la semana entrante.

Dokumentarfilm

El documental:
“El fenómeno de
Bruno Gröning”

las fechas de proyección en los cines de distintas ciudades en el mundo entero

Grete Häusler-Verlag

La editorial Grete Häusler: una gran selección de libros, revistas, Cd's, DVD's y calendarios

fwd

Los científicos toman la palabra: Aspectos interesantes acerca de la enseñanza de Bruno Gröning